Como guía turística de una región con un patrimonio arquitectónico, histórico-artístico, cultural y natural de excepción como el que posee Castilla y León, me gustaría subrayar en este artículo la importancia de la conservación del mismo. No podemos olvidar que a nivel regional Castilla y León es la región del mundo con más Bienes Culturales Patrimonio de la Humanidad catalogados por la UNESCO, con ocho bienes, por delante de las regiones italianas de la Toscana y de la Lombardía, que poseen seis cada una. La provincia de Salamanca proporciona dos de ellos: el casco viejo de Salamanca y el yacimiento paleolítico de Siega Verde. Salamanca cuenta además con quince municipios declarados patrimonio nacional, diferentes sitios arqueológicos, varios parques naturales, reservas de la biosfera y una gran riqueza de tradiciones, gastronomía y fiestas. Tenemos que ser conscientes del legado cultural que poseemos y ser capaces de atesorarlo y conservarlo para el disfrute de las futuras generaciones.
Los turistas que se acercan a visitar nuestra región vienen movidos por ese interés en sumergirse en la historia y las tradiciones de nuestras tierras. Conservar los cascos históricos, los edificios, ya sea restaurándolos, para devolverles su eficiencia, o rehabilitándolos, para darles un uso distinto para el que fueron concebidos, es una tarea esencial para conservar el atractivo de nuestras ciudades. Por ello, ser arquitecto en Salamanca supone conjugar el saber técnico con el conocimiento profundo de la riqueza arquitectónica que poseen los edificios de nuestros municipios. Por ejemplo, el estudio de arquitectura A-Uno se ha especializado desde finales de los noventa en la restauración de y rehabilitación de patrimonio arquitectónico en toda la provincia de Salamanca.
Como dice Cesare Brandi, en su Teoría de la Restauración: “la restauración constituye el momento metodológico del reconocimiento de la obra de arte, en su consistencia física y en su doble polaridad estética e histórica, en orden a su transmisión al futuro”.
Así, la realización del proyecto para la restauración de una obra arquitectónica deberá ir precedida de un exhaustivo estudio sobre el monumento, elaborado desde distintos puntos de vista (que planteen el análisis de su posición en su contexto territorial o en el tejido urbano, de los aspectos tipológicos, los alzados y cualidades formales, los sistemas y caracteres constructivos, etc.) relativos a la obra original, así como a las eventuales adiciones o modificaciones. Parte integrante de este estudio serán investigaciones bibliográficas, iconográficas y archivísticas, etc., para obtener todos los datos históricos posibles. El proyecto se basará en una completa observación gráfica y fotográfica interpretada también bajo el aspecto metrológico, de los trazados reguladores y de los sistemas proporcionales, y comprenderá un cuidadoso estudio específico para la verificación de las condiciones de estabilidad. Además de tomarse todas las precauciones para evitar el agravamiento de la situación y de ser puestas en práctica todas las intervenciones necesarias para eliminar las causas de los daños.